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miércoles, 14 de noviembre de 2007

Stanislaw Grygiel en el Seminario de Granada

Stanislaw Grygiel - con ocasión de su estancia en Granada para la conferencia organizada por el Centro Cultural Nuevo Inicio para el 9 de noviembre - tuvo el 12 de noviembre un encuentro con los seminaristas del Seminario Diocesano de Granada (Seminario Mayor y Seminario Redemptoris Mater).

Stanislaw Grygiel es filósofo, escritor y profesor del Instituto Juan Pablo II. Es autor, entre otros muchos, del libro Mi dulce y querida guía. Tiene la dicha él y su mujer de ser de los “jóvenes” que convivieron con Karol Woijtila cuando era sacerdote en Cracovia. Además ha sido un estrecho colaborador del Papa Juan Pablo II, en el desarrollo, por ejemplo de la “teología del cuerpo”, que tan importante y novedosa ha sido para la Iglesia.

Recogemos aquí algunas de las ideas que manifestó en este encuentro.

Para Stanislaw Grygiel la filosofía no consiste en dar respuestas, sino en saber plantear las preguntas fundamentales de la vida. Las ciencias experimentales, en la forma de plantear la pregunta (en los presupuestos de los que parten) ya están “creando” la respuesta.

El hombre tiene inscrito en lo más profundo de su ser el recuerdo de un paraíso perdido, de un estado de cosas más perfecto que el que percibe. Se da cuenta de que las cosas deben ser de otra manera, y por eso orienta toda su vida en la búsqueda de la verdad, que siempre le aparece al hombre como algo a buscar, a alcanzar.

Entiende que el tiempo se encuentra “abrazado” por la eternidad, y esa realidad, superior a sí mismo es la que le da sentido. Sólo si una eternidad me rodea tiene sentido plantear la pregunta ¿de dónde vengo? y ¿a dónde voy?

Inspirado por Sócrates, Stanislaw Grygiel dice que el hombre conoce la verdad a partir de la relación y comunicación con otros. La verdad se descubre en la persona y una Persona (Jesucristo) es la Verdad. En el diálogo con otros, el hombre atisba la verdad y - aquí está lo más importante – el hombre se adecua a la verdad, se “convierte” a ella, no le impone sus prejuicios y “a prioris”.

En la mitología griega, al principio era el caos. Luego se une el Cielo (Uranos), con la Tierra (Gaia). En ese punto, donde se unen, nace el horizonte. En el horizonte el Cielo se une con la Tierra. El horizonte define, pone el límite a la Tierra. Por eso definir las cosas, dice Aristóteles, es divino. Y conocer la definición, significa conocer el Cielo (Uranos). Dentro del horizonte nace el orden. La definición, ordena. Orden, en griego, se dice cosmos. En el cosmos está también el tiempo (kronos), pero kronos en la mitología griega se rebela contra el padre. Se rebela con la madre, con Gaia. Kronos arroja una lanza contra el Cielo y caen gotas de sangre, sangre divina. Donde caen estas gotas nacen las semillas, que son los remordimientos de conciencia. De las gotas que han caído en el mar nace una agitación en el mar, que luego se calma. Y del mar nace la belleza. Estos son dos momentos especiales, la experiencia del dolor, y la experiencia de la conciencia moral. Las dos experiencias tienen una experiencia celestial.

La experiencia moral solo se da cuando se da entre dos. Yo, como persona soy finito, en la medida en que vivo entre otros, recibo del otro la identidad. Así que, quien me ve, ve a aquella persona a la que yo pertenezco. Ejemplo: “Quien me ve, ve un poco a mi esposa, y viceversa”. [De ahí la frase de Jesucristo]: “Quien me ve a mí, ve al Padre. Porque Yo y el Padre somos uno.” Por eso, lo que acontece en la experiencia moral entre nosotros es imagen y semejanza de lo que acontece en la Trinidad.

Agarrando un bolígrafo explicó que el sentido de las cosas no está en las cosas mismas, sino que le viene dado desde el exterior. El sentido de un boligrafo es “escribir”, lo cual es algo exterior a él. Del mismo modo, el sentido de la vida sólo puede ser entendido desde fuera de ella. Por eso la muerte forma parte del sentido de la vida. Una vida cuyo horizonte es sólo alcanzar un objetivo mundano, que va cambiando a medida que es conseguido, es algo sin un sentido final, y si esta vida fuera inacabable, consistiría solamente en perseguir objetos materiales, pero sería absurda en total. Es lo que en el libro “Los viajes de Gulliver” refleja el autor cuando Gulliver llega a un lugar en el que los hombres no mueren nunca. Sin embargo la muerte hace que la vida sea emocionante, aunque sea dolorosa y dramática, pues tiene un fin último que alcanzar en un espacio limitado de tiempo.
Recomendó la lectura de los grandes clásicos: Platón - Sócrates, San Agustín, Santo Tomás, etc. Es lo que hace con sus alumnos de postgrado en el Instituto Juan Pablo II. La lectura permite comprender profundamente la realidad, sus causas y sus fines, y no solo captar datos inconexos, como ocurre en la sociedad actual, saturada de noticias que sólo aportan el hecho, pero no el sentido.

Al final de su intervención los seminaristas le plantearon algunas preguntas. Posteriormente firmó algunos ejemplares de su libro.

Videos de la tertulia [los iré subiendo poco a poco. Estad atentos a los enlaces]:
Origen de la moral en la mitología griega.
Qué es la filosofía del caos.
El ocultamiento de la muerte.
Anécdota con Juan Pablo II. ¡Me aburro!
Anécdota con Juan Pablo II. Baile infantil
Anécdota con Juan Pablo II. Vives como un rey.
Anécdota durante el cónclave. ¿Cómo elegirlo si es humano?

Dirigiéndose a los seminaristas:
Es necesario “casarse” con su parroquia, leer “en la gente”.
Sócrates, condenado por su vida privada, pero el mejor político.
El apostolado necesita una gran dosis de paciencia y esperanza.
Sócrates: no puedo defenderme, pero mi testimonio es mi pobreza.
Amigo mensajero de la “resistencia polaca” torturado no revela a sus amigos. ¿Por qué? – le preguntan sus verdugos – Porque yo soy así – responde. Dios también se revela como pobre: Soy el que soy. Sólo es, no tiene. Porque en eso está la dignidad.

AVISO: Este artículo es un resumen de los aspectos de la conferencia que recuerdo. Está realizado por mí y no ha sido revisado por Stanislaw Grygiel, por lo que es posible que contenga errores o inexactitudes.